Estar
- Antonella Recancoj
- 9 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Andamos por la vida en un constante reloj, posponiendo alarmas porque las programadas siempre necesitan de más tiempo...

La Tierra en su constante rotación y traslación, los ríos siguen su cauce y las aves se detienen a beber en ellos, mientras, los humanos vamos y venimos sin prestar atención a los detalles, corremos de día para llegar a trabajos, muchas veces poco satisfactorios; trabajamos para pagar las cuentas, no para vivir; comemos apresuradamente mientras leemos las noticias del día o nos concentramos en aparatos que requieren nuestra atención para algo más, pero no disfrutamos los sabores que nos mantienen vivos; transitamos sobre rutas pensando en los pendientes del día y con la preocupación de continuo respecto a los afanes del mañana; trabajamos mientras nos llenamos de pensamientos que en lugar de darnos paz, nos aturden a cada hora; el día finaliza y corremos de regreso a casa porque hay que llevar a cabo la rutina restante y debemos procurar que nos alcancen las horas de sueño para volver a repetir todo al día siguiente.
Andamos por la vida en un constante reloj, posponiendo alarmas porque las programadas siempre necesitan de más tiempo. Hacemos de lado el presente por tratar de llegar a un futuro que no aparece. Dejamos de estar presentes en las conversaciones y en las personas, deshumanizamos el lado que nos queda de la civilización por darle importancia a lo material y no a los sentimientos de los demás.
No se trata de dejar todo al azar o ignorar responsabilidades, se trata de estar; de estar más presentes, de dar nuestra atención a quienes lo merecen, de vivir con cada fibra de la existencia que nos queda, se trata de fijarnos en lo efímero y disfrutarlo como si nunca más fuera a llegar porque ya no llegará, una vez que se va solo nos queda la calidad con la que se vivió y nada más.
Se trata de no correr y disfrutar de los segundos que trascienden mientras algo sucede. Se trata de darle toda nuestra atención a quien nos está haciendo parte de su vida al contarnos las cosas más simples y trilladas que podamos escuchar, pero que para ellos significan el tiempo de vida que les está tomando para compartirlo con nosotros. Se trata de no vivir con afán, que aun cuando el tiempo no alcance, sepamos que todavía nos queda un nuevo amanecer que está por llegar. Se trata de vivir porque pronto todo acabará. Concentrarnos en hacer lo mejor que podamos cuando debamos y no estar pensando en lo que vendrá después de los instantes en que estamos.
Estar y no ser ausentes de nuestra propia existencia, como la obra de arte cuando su pintor está dando cada pincelazo hasta acabarla, como la escultura que permanece hasta que el último cincel completa la forma que faltaba para ser arte, como los colores del cielo que aparecen cuando el sol está cayéndose hasta completar su ocaso y caer la noche, como las estrellas en el cielo que permanecen, aunque no las veamos. Estar y no claudicar en el momento hasta que este se acabe porque pronto lo hará y después serán solo recuerdos.
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