Sentimientos y libertad
- Antonella Recancoj
- 11 mar 2021
- 2 Min. de lectura
…sentirlos como al viento rompiendo en las olas del mar, sin dejar que a su vez, nos consuman como la llama que arde en los incendios forestales.

¿Somos esclavos de nuestros sentimientos? ¿Dejamos guiar nuestra vida por todo aquello que sentimos y termina consumiendo nuestros días? El café casi está listo, dos señores con una vida recorrida sentados en la mesa de enfrente, un joven aburrido de la conversación entre adultos que transcurre frente a sí, trabajo incesante en la mesa de la par, personas que nunca más volveremos a ver, cervezas enfriándose en la nevera que está justo a la par de la máquina de café, música de fondo resonando en los auriculares que nos transporta a otra dimensión y no una, sino muchas mentes que no acallan en la habitación en donde estamos todos juntos y separados en círculos sociales diferentes.
Los sentimientos desbordan mientras la sensación de libertad se aleja cuando no ponemos límites, cuando dejamos que guíen nuestro día, cuando dejamos que nos inunde el alma sin entenderlos y aceptarlos, pues al hacerlo le quitaríamos el timón de nuestro día y volaríamos hacia la libertad de sentirnos y seguir conociéndonos, pero a veces se hace difícil y el peso aumenta, aumenta la ansiedad y crecen los pensamientos.
No todo tiene que ser en línea ascendente todo el tiempo, el trayecto está construido por picos altos y bajos como si de una estadística sobre economía se tratara. A veces al detenernos por un momento, al ponerle pausa a la vida, veremos en ella barrotes con un candado cuya llave estará en nuestro bolsillo y lo sabremos, pero nos dará tanto pesar hacer el movimiento con las manos que no la sacaremos de allí, aunque nos sintamos aprisionados; otras veces sentiremos las alas a punto de alzarse y coger vuelo hacia horizontes lejanos sin retorno o quizá a kilómetros que nos conducirán a lugares conocidos cuyas historias vividas renacerán en nuestra piel; sea a donde sea que nos transporten esos sentimientos, es necesario sentirlos como al viento rompiendo en las olas del mar, sin dejar que a su vez, nos consuman como la llama que arde en los incendios forestales.
La libertad es sentir con cada fibra de nuestro ser, con cada molécula, cada partícula y cada átomo cada uno de los sentimientos que nacen en nuestras profundidades, sin dejarnos esclavizar por ellos, sin dejar que conviertan nuestro día en una cárcel que nos termine generando sentido de dependencia; sentir y ser libre en el proceso, reconocer la bandera roja que izamos cuando nuestro cuerpo pide parar un momento y vivir ese momento de manera diferente, aprender de la naturaleza que reconoce el clima y se transforma con él, de los ríos que se dejan llevar por su caudal, de las ramas que caen al agua cuando se dejan llevar por la corriente, aprender del viento que a cualquier dirección que es llevado, ya sea aumentando o disminuyendo su fuerza, siempre fluye.
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